martes, 4 de marzo de 2014

Mensaje de Maria Fernanda Gutierrez desde Argentina.



Queridos chicos, hola mucho gusto. Mi nombre es María Fernanda Gutiérrez, soy cuentacuentos, este es mi bellísimo trabajo y amo contar historias.
A través de la maestra Mónica llego hasta ustedes, para contarles sobre esta elección que hice en mi vida… este oficio es tan pero tan bello, que entre otras cosas me ha llevado a conocer vuestro país hace dos años, como se imaginarán anhelo volver… así que deseemos juntos y en una de esas, el sueño se cumple y este año voy a visitarlos.
Por ahora les cuento un cuento pòr escrito que no es lo mismo… pero es hermoso también.

EL YACARÉ (bichito parecido a un cocodrilo que habita los ríos de la Mesopotamia argentina)
Dícese de un yacaré overo, que andaba echadito al sol, día y noche, noche y día… invierno, verano, primavera… y otoño, claro!!
Se juntaba con los otros yacarés con sus patas bien clavadas en el fondo del barrito fresco y charlaban horas sobre como escaparle al posible final de “milanesa de ellos mismos” o “cartera de sus parientes”.
Una tarde mientras se rascaba el lomo contra una piedra y sus amigotes se iban de parranda al costadito de la barranca donde el sol pega de lleno y uno puede dormirse unas siestas maravillosas… él sintió que un vago oleaje le hacía vibrar su armadura de cola a hocico.
¿Qué pasaba, otra broma de la muchachada?
Miró para todos lados, tomó aire como para que le alcanzara para un chamame y medio, y se sumergió lo más profundo que pudo… que no fue tanto porque andaba por la playita. Cuando andaba en esto de escabullirse, la vio.
Nunca, pero nunca, nunca de nunquísima, nuestro amigo había visto yacaresa más hermosa, más gris pálida, con manchas más bellas, con garras tan deliciosamente “rascadoras” de lomo… y ahí nomás se acercó nadando mientras se imaginaba el mordisco que le daría.
Pero cómo acercarse realmente? cómo preguntarle su nombre?  cómo decirle lo increíblemente bella que era su piel áspera y  rugosa?
En medio del río Paraná,  se encontraron.  Ella lo miró como diciendo:  “que churrasco para comerlo con papas”… y él pasó bien arrimadito, y la pispió con sus ojitos de pupilas verticales, mientras centellaban sus pestañas como diciendo: “yo para usted… papas, zapallitos, zanahoria… y hasta brote de soja sería”. 
El amor pasó por un período de descansos en la playita mirándose de reojo hasta regalarse unos  bocaditos de cangrejo o de tortuga los viernes a la noche.  Los muchachos de la barra, al principio lo cargaban, pero al final reconocieron que el amigo estaba enamorado, así que lo dejaron tranquilo y sólo le pidieron que se cuidara, porque  esto de enamorarse para los yacarés es cosa seria, de golpe y sin pensarlo, los estados de tontera que provoca, los puede hacer terminar en una caja de  zapato de mujer número 37, en el tercer estante de una zapatería, alejadísima de la bella playita barrosa del majestuoso río Paraná.












Aquí un dibujito de un yacaré feliz…

Un abrazo enorme a todos y cuéntenme cómo sigue los cuentos…
MARIA FERNANDA GUTIERREZ.


No hay comentarios:

Publicar un comentario